El Banco Mundial alertó sobre los efectos de la depreciación de las monedas en las economías en desarrollo, pues elevarán aún más los precios de los alimentos y los combustibles, lo que podría profundizar la crisis alimentaria y de los energéticos. De acuerdo al informe de Perspectivas de los Mercados de Materias Primas a octubre de 2022, apuntó que, entre las preocupaciones por una inminente recesión mundial, está la volatilidad en los costos de los energéticos.
“Sespués de aumentar aproximadamente un 60 por ciento en 2022 (resultado de la Guerra en Ucrania), se prevé que los precios de la energía disminuyan un 11 por ciento en 2023”. Sin embargo, “a pesar de esta moderación, los precios de la energía el próximo año seguirán estando un 75 por ciento por encima del promedio de los últimos cinco años” explicó.
Reconoció que algunos productos, como el crudo Brent, registraron una disminución del 6 por ciento, en el último trimestre, pero al mismo tiempo, casi el 60 por ciento de los mercados emergentes y en desarrollo que importan petróleo enfrentaron un aumento en los precios del energético.
Ayhan Kose, director del Grupo de Perspectivas del Banco Mundial y economista jefe de EFI, indicó que “la combinación de precios elevados de las materias primas y depreciaciones persistentes de las monedas se traduce en una mayor inflación en muchos países”. De tal manera, según el reporte, al elevarse los precios de los energéticos se afecta directamente el costo de los alimentos, porque -por ejemplo- sirven como insumo para la producción agrícola.
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