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¿Es posible dejar de usar combustibles fósiles? Esto dicen los expertos


Los combustibles fósiles ayudaron a la humanidad a progresar durante muchos años, pero desafortunadamente son altamente contaminantes, por lo que muchos países se han comprometido a dejar de usarlos a corto plazo, aunque no muchos han comenzado y el calentamiento global es prueba de ello. Sin embargo, ¿es posible dejar este tipo de fuentes de energía de manera rápida? La respuesta no es muy complicada.



Algunos expertos consideran que al menos podría tomar unas cuantas décadas, aun cuando las tecnologías y energías verdes son cada vez más replicadas. Y aunque dentro del imaginario colectivo se piensa que la transición energética es muy sencilla, la realidad es que no y el cambio climático continuará.



Por ejemplo, José Luis Rodríguez Gallego, catedrático, en el Instituto de Recursos Naturales y Ordenación del Territorio de la Universidad de Oviedo, España, señala que : la producción de acero sigue necesitando de coque (carbón pirolizado) en un proceso que no difiere mucho del que ya se empleaba en 1846 en Sabero, territorio español.



“Es muy complejo dejar de usar sustancias minerales a las que se debe en gran parte el desarrollo del mundo contemporáneo, de su economía, de su demografía y, en definitiva, del modo de vida actual. ¿Realmente merecen los combustibles fósiles tanto descrédito y un final tan abrupto?”, apunta Rodríguez Gallego en un artículo para el medio británico BBC.



¿Se puede prescindir de los combustibles fósiles?


El carbón: Muchos apuntan que no hay un tiempo estimado para lograr abandonarlo como fuente de energía, pues es una industria muy poderosa. Existen millones de toneladas bajo la tierra y grandes compañías poderosas, respaldadas por gobiernos, tienen prisa por hacer crecer sus mercados antes de que sea demasiado tarde.



Incluso, algunos tipos de carbón han sido declarados por la Unión Europea materias primas críticas, lo que implica que se favorece su explotación por el carácter estratégico que poseen. Si bien es cierto que la misma industria ha buscado contaminar menos, algunos ecologistas consideran que esos esfuerzos no son suficientes.



El petróleo: Aunque su empleo ha logrado grandes aplicaciones, como los fertilizantes, plásticos, productos farmacéuticos, lubricantes, asfaltos, gomas, fibras textiles, etc., lo cierto es que la forma en la que se sustrae es altamente contaminante. Las grandes petroleras han comenzado a buscar alternativas como el hidrógeno verde y los biocombustibles, y mutan en proveedores de energía eléctrica limpia y renovable.



El gas natural: Es más limpio que el petróleo y el carbón, y se cree que antes de que las naciones acepten y puedan cambiar a energías más limpias, será el gas natural el que domine el mercado, incluso se estima que será el más usado para 2050. Sin embargo, tiene un grandísimo “pero”: su explotación presenta altos riesgos para el medio ambiente: contribuye al cambio climático; consume y contamina millones de litros de agua superficial y del subsuelo.



Si bien es cierto que una transición acelerada y radical contra el uso de los combustibles fósiles podría crear problemas económicos y desajustes en la producción de energía, muchos se preguntan: ¿vale la pena salvar la economía a costa del medio ambiente?



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