A lo largo de las últimas semanas, el volcán Popocatépetl, una de las grandes maravillas naturales de México, ha mostrado actividad explosiva, provocando molestia en varias partes del país con caída de ceniza que ha alterado la vida de miles de personas en estados del centro de la República, e incertidumbre sobre una nueva explosión.
Ante esto, la Coordinación Nacional de Protección Civil y el Comité Científico Asesor cambiaron el nivel de alerta a amarillo fase tres, pues la actividad volcánica sigue subiendo de intensidad.
Si bien expertos en vulcanología de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) han asegurado que es poco probable que la actividad del Popocatépetl evolucione hacia un evento de grandes proporciones, las consecuencias podrían ser devastadoras.
Según la UAM, la erupción de un volcán viene precedida de terremotos y ruidos parecidos a truenos, los cuales servirían como aviso con suficiente anticipación para evacuar a al menos 20 mil personas de las poblaciones más cercanas.
Sin embargo, si hiciera erupción, todo en un radio de 15 kilómetros quedaría aniquilado; la pérdida de vegetación y fauna causaría un desequilibrio ecológico, además de que la agricultura y cosechas se perderían de inmediato.
En caso de una erupción, Puebla y la Ciudad de México no estarían en riesgo de catástrofe por lava, pero los materiales piroclásticos como gases y ceniza volcánica podrían ocasionar incendios y problemas para la salud.
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